Por qué tu bebé no deja de tocarse las orejas

Para la mayoría de los padres primerizos, un bebé que se rasca o se tira de la oreja puede parecer una señal de que algo va mal. Sin embargo, no siempre es así.

Entender qué es lo que suele provocar que los bebés se rasquen o tiren de las orejas puede ayudar.

Tu hijo acaba de descubrir que tiene orejas

Los bebés siempre están explorando todo lo que les rodea. También su propio cuerpo. Cuando con el tiempo descubren las manos y los dedos y empiezan a entender que pueden controlarlos, también pueden acabar descubriendo las orejas a los lados de la cabeza por accidente. Cuando esto ocurra, tratarán constantemente de palparlas de nuevo y tocarlas repetidamente.

Se ha acumulado mucho cerumen dentro del oído

La producción de cerumen es un proceso natural que comienza en los primeros años de vida. Durante esta fase, los padres intentan limpiar el cerumen con bastoncillos de algodón u otras técnicas poco ortodoxas. Como éstos son considerablemente más grandes que el conducto, en lugar de eliminar la cera, acaban empujándola más adentro. Esto provoca una sensación de picor.

Al bebé le están saliendo los dientes

Existe una relación entre la dentición y el roce de los oídos del bebé. Los oídos, la nariz y la garganta están interconectados. Por eso, cualquier irritación en un lado acaba provocando sensaciones en el otro, o incluso afectándolo.

Cuando salen los primeros dientes, empiezan a irritarse las encías y toda la zona de la boca. Esto puede provocar ligeros dolores en los oídos, que tu bebé puede intentar aliviar rascándose o tirándose de las orejas. También pueden ir acompañados de babeo excesivo, necesidad de masticar diversos objetos o incluso un poco de fiebre.

Presencia de una infección

Una enfermedad o infección es una de las razones más comunes por las que un niño puede tener picores. Un resfriado puede provocar una infección de oído, que suele denominarse otitis media. En este caso, la infección afecta a la trompa que conecta el oído con la cavidad nasal.

Cuando está infectada, la trompa se hincha considerablemente. Debido a la hinchazón, la mucosidad que debe eliminarse en primer lugar no encuentra salida y queda atrapada en la trompa, infectándola aún más con bacterias y otros microbios.

En un estado normal, la trompa puede evacuar fácilmente los líquidos del oído. Pero no en este caso, que afecta sobre todo a bebés que no tienen un sistema inmunitario totalmente maduro o que padecen un sistema inmunitario débil debido a problemas relacionados con el nacimiento.

En este caso, una cita con el médico o el pediatra permitirá poner en marcha el tratamiento adecuado.

Tu hijo padece otitis externa

Al igual que la otitis media, que afecta a la parte interna del oído, esta afección se denomina otitis externa y afecta al conducto auditivo externo. Si cualquier tipo de humedad, de un baño o incluso un bastoncillo de algodón húmedo, entra en contacto con el revestimiento del conducto externo, puede irritarlo considerablemente. Esto puede provocar que tu bebé se tire constantemente de la oreja.

Los oídos de tu bebé son frágiles, por lo que es importante cuidarlos desde los primeros días de vida. Como acabamos de ver, que el bebé se tire de las orejas no siempre es señal de un problema. Sin embargo, si este comportamiento va acompañado de fiebre, es esencial que te pongas en contacto con tu médico.

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