Las orejas despegadas son una afección también conocida por el término médico «desprendimiento auricular». Se caracteriza porque los pabellones auriculares se alejan del cráneo más de lo normal. Aunque se trata de una afección benigna, puede ser motivo de vergüenza, sobre todo para niños y adolescentes.
Existen varias soluciones para prevenir o corregir las orejas de soplillo. Las veremos en este artículo.
¿Qué es la otoplastia?
La otoplastia es una intervención quirúrgica destinada a corregir la posición, la forma o el tamaño de las orejas. La intervención suele realizarse con anestesia local o general, dependiendo de la edad del paciente y de la complejidad de la operación.
Los pasos típicos de la otoplastia incluyen:
1. Incisión: Suele realizarse detrás de la oreja para minimizar las cicatrices visibles.
2. Remodelación del cartílago: El cartílago se dobla, esculpe o extirpa para obtener la forma deseada.
3. Suturas: Las incisiones se cierran con suturas, a menudo absorbibles. Se colocan vendas para proteger las orejas durante la fase de cicatrización.
La otoplastia es un procedimiento relativamente seguro, con escasos riesgos de complicaciones como infección o cicatrices visibles.
Otoplastia: una opción, no una obligación
Es fundamental subrayar que la otoplastia no es una obligación para las personas con orejas de soplillo. Las razones para elegir este procedimiento son principalmente estéticas y se basan en preferencias personales.
Autoaceptación y diversidad corporal
Es importante promover la autoaceptación y valorar la diversidad corporal. Las orejas de soplillo no deben percibirse como un defecto que requiere una corrección absoluta. Muchas personas viven cómodamente con este rasgo sin sentir la necesidad de cambiarlo.
Consideraciones psicológicas
Para algunas personas, sobre todo los niños, las burlas o los comentarios despectivos pueden tener un impacto psicológico importante. En estos casos, puede ser conveniente discutir la opción de la otoplastia.
¿Cuándo puede realizarse la operación?
En general, los cirujanos recomiendan operar a los niños a partir de los 7 años. La edad ideal para la otoplastia son los 9 años, ya que el niño podrá participar activamente en el tratamiento. Sin embargo, en la pubertad existe un mayor riesgo de cicatrices hipertróficas. Por eso es preferible programar la operación antes de que el niño empiece la enseñanza secundaria. Obviamente, aunque el consentimiento de los padres es esencial para la otoplastia, el niño debe estar de acuerdo con la operación. Si el niño está contento con su particularidad, no hay razón para proponerle esta solución.
El apoyo psicológico puede bastar a veces para mejorar la autoestima y aprender a afrontar mejor las críticas. ¡Incluso puede convertirse en una fortaleza!
Orejas de soplillo: alternativas a la cirugía
Como acabamos de ver, la otoplastia sólo puede realizarse a partir de los 7 años. Por eso es fundamental actuar al primer síntoma de orejas de soplillo. Así se evita la necesidad de una operación y se evita que el niño sea objeto de burlas durante la guardería.
Existe un método para evitar que las orejas de los recién nacidos se den la vuelta, ya que esto puede provocar el despegamiento de las orejas. Durante los primeros meses de vida del bebé, el cartílago de la oreja es maleable. Todo lo que tienes que hacer es colocar a tu bebé un gorro especialmente diseñado que mantiene las orejas en su sitio. Se adapta desde el nacimiento hasta los 18 meses y evita que las orejas sobresalgan, evitando así la necesidad de una operación.
Las orejas de soplillo son una variación natural de la anatomía humana y no requieren necesariamente cirugía. La otoplastia es una opción para quienes deseen cambiar el aspecto de sus orejas, pero sigue siendo una elección personal.
Otra opción es que tu bebé lleve un gorro que impida que se le doblen las orejas. De este modo, las orejas que aún son maleables pueden encontrar su sitio cerca del cráneo.
Sin embargo, fomentar la aceptación de uno mismo es tan importante como ofrecer soluciones a quienes las necesitan.